Las puertas en nuestras mentes a veces se abren hacia habitaciones extrañas. Es así como Sandra Manay recordó recientemente a una profesora de clases de oratoria, justo después de que una pregunta inesperada sobre su infancia le pusiera lágrimas en los ojos y un gran nudo en la garganta. La maestra le dijo que 10 años serían tiempo suficiente para transformar algo demasiado triste para hablarlo, en algo de lo que pudiera dar un discurso. Manay se dio cuenta de que eso no es cierto.
Han pasado alrededor de dos décadas desde que su madre soltera dejó a sus dos hijas y a su nativo Perú en busca de trabajo. Llegó a Estados Unidos, donde trabajó atendiendo mesas. Todos los detalles que necesitaba para mantener la compostura y así ganar buenas propinas podrían bloquear temporalmente sus pensamientos de cuánto extrañaba a sus niñas. Entonces hubo un alivio agotador que vino a raíz de tener dos trabajos: ocho horas en un restaurante, luego ocho más en otro. Aun así, todo lo volvía a recordar cada vez que una familia con niños se sentaba en una de sus mesas.
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Pero ella cumplió con su trabajo, se mantuvo en ello y envió dinero de vuelta a casa a sus hijas y a su amada abuela, quien crio a Manay desde los 8 años hasta cuando finalmente consiguió una visa para venir a Estados Unidos a los 15 años.
"Esos eran los momentos en que más necesitaba a mi mamá. Y estar tan lejos de ella fue muy duro", dijo Manay. "Pero la alternativa era que si ella se quedaba viviendo en Perú, los futuros de ambas serían muy limitados".
En cambio, Manay finalmente llegó a reunirse con su mamá en Estados Unidos, terminó la preparatoria, se graduó de Parsons School of Design en la ciudad de Nueva York, y así comenzó Luna Sundara. El pequeño negocio está prosperando al vender en la tienda de Amazon.
Junto con empleados y artesanos de dos continentes, la empresa ahora ofrece empleos de tiempo completo para Manay, su esposo, su hermana y su madre. "Mi mamá y yo siempre hablamos de tratar de recuperar el tiempo que perdimos", dijo. Trabajan juntas en la oficina y almacén de Luna Sundara en Rahway, Nueva Jersey, y viajan juntas a Perú y Ecuador para obtener las artesanías, cerámicas, madera de palo santo, incienso, aceites esenciales y otros productos que venden en su propio sitio web y en un creciente número de países de todo el mundo a través de Amazon.
Manay y su madre vuelan miles de kilómetros a Sudamérica y hacen recorridos de horas entre pueblos por dos duras verdades que han aprendido de sus propias vidas. La primera es que nada puede reemplazar verdaderamente las conexiones cara a cara, ya sea con la familia o con socios comerciales. La segunda es que no se puede tener fe en que la gente será buena y justa entre sí. Las personas vulnerables son, bueno, vulnerables; ya sea una mujer hace 20 años atendiendo mesas en Estados Unidos para ayudar a sus hijas allá en casa, en Perú, o una mujer hoy obteniendo materias primas para los productos de Luna Sundara.
"Por ejemplo, para nuestra cerámica tenemos una señora que recoge hojas de mango que se utilizan en el proceso", explicó Manay. "Por lo que queremos asegurarnos de que esta señora esté recibiendo un pago justo. Entonces hablamos con ella: '¿Te están pagando de manera justa? ¿Alguien no te ha estado pagando?' Es algo de lo que tenemos que estar pendientes al 100 por ciento, yendo constantemente y visitándola solo para asegurarnos. Te dicen que quieren esto. Los escuchas, y luego lo haces".
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Manay está muy consciente de que muchos otros inmigrantes, independientemente de lo duro que trabajen, nunca sentirán la alegría de poder tener un pequeño negocio propio y verlo crecer en algo como Luna Sundara. Y siempre está consciente de que el mundo no es un lugar perfectamente hospitalario donde cada hija de una madre soltera en dificultades llega a crecer y vivir una vida como la suya.
Es por eso que, contrariamente a lo que escuchó en esa clase de oratoria en la escuela, 10, 20 o 50 años quizá nunca sean suficientes para que se ponga de pie, con los ojos secos y una voz inquebrantable, y pueda contar la historia de lo que ella, su mamá y su hermana perdieron en el camino hasta llegar donde están ahora. Y es por eso que las tres reciben la llegada del Día Internacional de la Mujer cada marzo con reverencia y gratitud "porque nos recuerda que hay tantas mujeres que hicieron el camino para que estemos donde estamos, y por la forma en que fuimos criadas para empoderarnos unas a otras. Entonces salimos. Hablamos de ello, hablamos de nuestras vidas. Es un gran recordatorio. Es como un aniversario para nosotras".
Las mujeres son dueñas del 48 por ciento de los negocios que venden en la tienda de Amazon.com, según una encuesta reciente de vendedores de Amazon. Con base en datos de ventas de abril de 2020 a enero de 2021, los vendedores de Amazon han visto un crecimiento anual del 55 por ciento en las ventas durante la pandemia de COVID-19. Luna Sundara forma parte de este crecimiento. El negocio de Manay ha crecido, a medida que más clientes consienten sus sentidos con pequeños placeres como incienso y aceites esenciales.
Ella disfruta del trabajo extra y los retos que el crecimiento pone en su negocio. "Estoy siguiendo mi corazón, y creo en este proyecto", dijo. "Y lo voy a hacer hasta que no pueda. Estoy muy feliz".
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